Dice José Tomás que "las peores ausencias son las que no se eligen", y cuando se trata de la ausencia sentimental duele aún más.
Estar lejos de una persona con la que sólo has vivido buenos momentos complica la ecuación. Y si para colmo te deja con cadencia y temple, no hay nada más duro. Elegancia y torería hasta para acabar con una historia.
Bella historia, considero yo. Aún se acumulan en mi cabeza pensamientos desordenados a cerca de lo que en realidad suponen sus palabras, las mías, y nuestras decisiones. La maldita manía de ponerle nombres a las cosas, sin dejar que funcionen simplemente, sin pensar, que fluyan... Algo a lo que yo me oponía sistemáticamente con cada nueva historia, y quizás siempre debí hacer. Sólo que esta vez era diferente, o al menos eso quería pensar yo...
Sea como fuere no me arrepiento, estos dos meses han sido lo mejor que me ha pasado en mucho, mucho tiempo. Me han devuelto la ilusión en lo sentimental, en la gente de verdad, en la fuerza de las palabras, en el decir de una mirada, en la calidez de un gesto.
Lo digo mitad de broma y mitad en serio, pero yo pagaba porque me dejaran siempre así. Sólo puedo agradecerle a esta persona todo lo que he vivido a su lado, aunque sea en la distancia, pero a su lado al fin y al cabo. Era demasiado bonito para ser verdad, pero sobretodo lo era como para que me estuviera pasando a mi.
Escribo esta "entrada" desde la incomprensión a la que me lleva el egoísmo de ver marcharse una historia tan especial.