Solía comentar, no sin cierta ironía que tras mi paso por Venezuela y Siria (al cuadrado), sólo me quedaba Cuba, donde estuve el pasado septiembre, y Corea del Norte para entrar en la lista de personas "non gratas" del gobierno estadounidense. (Sin olvidarme de Irán que sería imperdonable).

Y es ahora, cuando Corea está en boca de todos por el supuesto ensayo nuclear que ha llevado a cabo al sur del país en la frontera con China. Y digo supuesto porque Mauricio Martillini, que es experto en esto de la no-proliferación, afirma que aún no está confirmado que fuera un éxito pues además del plutonio es necesaria una carga de otro material explosivo capaz de llevar dicho plutonio a su estado crítico.

Ayer, leía que expertos de la CIA (cada uno que le de la credibilidad que crea oportuna) estiman que la prueba nuclear se había llevado a cabo con éxito con una potencia de un kilotón. Desconozco los destrozos, daños y perjuicios que puede conllevar tal implosión, pero no hay que olvidar que las de Hirosima y Nagasaki, lanzadas por los todopoderosos EEUU, tenían una potencia cercana a los 12,5 kilotones.

Y porque digo todo esto... Pues porque esto está del revés, el mundo digo. Porque los dobles raseros afectan a todos y cada uno de los resquicios de la política internacional. Que Corea del Norte tenga la bomba nuclear puede significar muchas cosas, entre ella la de sentirse un país amenazado entre grandes potencias donde la única manera de impedir que le tomen a uno "por el pito del sereno" es gritar bien alto ¡y yo más!. No quiero con esto justificar la dictadura militar horrible del régimen de Pyongyan, en absoluto, no es mi intención, pero si quería dejar constancia de que quizás la máxima de "no hay mejor defensa que el ataque" es una buena opción contra los que "atacan aunque el atacado no tenga defensa".

Y ejemplos no me faltan oiga desde Afganistán hasta Iraq, y solo por citar los más actuales.