Furtivamente, entre brumas de la noche compartimos miradas indiscretas; manos ávidas buscadoras de placer ajeno; labios entreabiertos al placer de lo prohibido. Políticamente incorrecto lo nuestro, censurado por irracional, con alevosía y premeditación cometido. Los sentimientos encerrados entre barrotes de apariencias; más que ver con comportamientos de aquél que debe exiliarse para evitar males mayores. Nunca a la luz del día, jamás públicamente. Tapados por la angustia del prejuicio y los tópicos. Sensación de asfixia en el mundo que nos brindó la posibilidad de conocernos. Comentarios, voces silenciadas que nos incriminan el pecado de querernos.

Esperando que pase la tormenta, aunque esta se me antoje eterna, nos encontramos clandestinos de nuestras vidas, reos en el penitenciario de la incomprensión y el conservadurismo rancio.

Trabas que desembocan en la rebeldía, resultado de lo absurdo que nos aboca a no ser lo que somos, defendiendo aquello que nos pertenece.