En el Aire

٢٨.٣.٠٨

Las mujeres de mi vida

Muchas veces echamos de menos un soporte, un lugar desde donde gritar a los cuatro vientos situaciones diversas de nuestra vida. De indignación, de rabia, de felicidad, de alegría... Todos los sentimientos elevados a la máxima potencia son susceptibles de querer ser escritos, plasmados y narrados, para la mayor difusión.

Otras muchas, aunque dispongamos de ellos, no los utilizamos. Bien porque no tenemos tiempo, bien porque creemos que no tenemos nada interesante que contar. O porque aunque la actualidad esté al rojo vivo, ya hay gente que se encarga de contarlo por nosotros, mejor o peor, pero ya está contado y opinado. Y la opinión sobre la opinión es absurda en muchos casos, sobretodo si es coincidente.

El caso es que todo este preámbulo tiene un fin concreto y específico que es el de echarle flores a mi abuela, mi “lala”. Una mujer que sacó una familia adelante, cuando a su padre lo mataron en la guerra. Su madre (mi bisabuela) y ella, a base de coraje, mantuvieron en pie una familia numerosa y una herencia proveniente de un mundo exclusivamente de hombres.

Si tuviera que definirla con una palabra diría que es una mujer fuerte; pero este adjetivo se queda demasiado corto para alguien como ella. Siempre impasible el gesto, sin contorsión, sean cual sean las circunstancias. En su sitio, como una GRAN SEÑORA que es lo que es. Dedicada una vida por y para su familia.

Con una humanidad desbordante, valor, que he sentido desde pequeña como una obligación. Dedicación al más necesitado y atención a los que más requieren de una mano tendida. Toda ternura si llega el momento. Incapaz de negarle un plato de lentejas a cualquiera que requiera sentarse en su mesa.

Imparable a sus muchos años, ya quisiera yo poderlos contar con esa alegría, vitalidad y juventud interior. Ganas de vivir que transmite a todos cuanto nos arremolinamos en sus faldas una vez cada tanto tiempo.

Mujer de armas tomad, y de belleza inquietante. Conserva los ojos vivarachos de su juventud y te habla con sólo mirarla. Trabajadora como nadie y femenina como ninguna. Siempre bien peinada, maquillada y vestida, lo que le concede una elegancia especial. Uñas en un perfecto color rojo y algunas joyas dan el toque exacto.

Espejo en el que mirarse una y otra vez. Nunca deja nada para mañana si es mejor hacerlo hoy. Aprender de ella y admirarla es todo uno. Escuchar sus consejos y comprender que es sabia, también. Imposible no quererla, quimérico no necesitarla.

Ella pilar básico en mi vida, referencia absoluta de ella. De ideas, quizás diferentes, nuestras divergencias son infinitamente menores que nuestras convergencias. Ella es hija de su tiempo y yo lo soy del mío. Valores idénticos expresados
y revelados en distintas realidades.

Para mi, ella siempre será el faro que da la luz y
que permite el navegar en calma de los barcos.

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Publicado por Victoria Cáceres : ١٢:٢٩ م : 3 Comentarios:

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